¿Fin de la alianza PRI-PAN en Chihuahua?
Sin Retorno

¿Fin de la alianza PRI-PAN en Chihuahua? 26 de octubre de 2025

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

«Comenzamos hoy una nueva era, en donde el futuro de Acción Nacional no depende ni dependerá de ninguna alianza partidista, ni pasada, ni presente, ni futura»: Jorge Romero, presidente del PAN.

Era natural, más que en las definiciones estrictamente estructurales o ideológicas, que el discurso del dirigente nacional del PAN, Jorge Romero, levantara más polémica en lo referente a la política de alianzas.

Que un partido decida, tan tajantemente como lo dijo Romero, no continuar con las alianzas, en una época en la que la dispersión del voto obliga a los partidos a buscar aliados, por supuesto que llama la atención y concita a la discusión.

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A la primera impresión pareciera que la necesitan para derrotar al nuevo partido hegemónico en México, la 4T.

¿Abarcará, esa decisión, tanto a las elecciones locales, como las federales del 2027?

De las presidenciales, mejor ni hablar, aún están lejanas las fechas de las definiciones y quien sabe si las determinaciones sobre las alianzas, siendo un tema táctico, (¿O lo es estratégico?) Pueda cambiar.

Ahora bien, si el efecto buscado con ese anuncio era el de enviar el mensaje al electorado de que no se buscarán alianzas  con el PRI, haciéndose eco del discurso de López Obrador, qué logró imponer, en una mayoría de electorado, la Imagen que estos partidos representan al régimen de la corrupción,   especialmente el PRI, entonces aparece razonable.

Sin duda alguna, las dirigencias nacional y locales del PAN  estarán obligadas a evaluar en cada caso concreto, en los que tengan especial interés, y que deberán definir, de cara a los procesos federales, en este caso al federal del 2027 y a la presidencial del 2030, si la estrategia que van a aplicar es la de, a ningún precio, buscar alianzas electorales.

Pero la realidad es del país les puede imponer otra definición.

Si quieren, en las elecciones federales, puede mantenerse esa ruta, pero en el ámbito local estarán obligados a evaluar en cada caso concreto, si buscan aliarse o no.

En muchos casos optarán por buscar aliados.

Para que no caigan en esa absurda frase de que ahora buscarán «aliarse con la ciudadanía» ¿De qué manera un partido busca ‘aliarse’ con la ciudadanía? ¿Acaso no es una parte de ella?

Menudo problema tienen los panistas, porque deberán definir si lo trazado por la dirigencia nacional, es decir, que el peso de ir aliados con el PRI fue de tal magnitud que ahuyentó a una parte del potencial electorado panista.

Porque en el 2027, además de la elección de diputados federales, la elección de los poderes judiciales locales, en por lo menos 17 entidades, y la elección de la mitad de los juzgadores federales, estarán en juego las gubernaturas de tres estados que gobiernan, y por las expresiones emitidas en el curso de esta semana, las dirigencias de otros estados estarán oponiéndose a la directriz nacional trazada por Jorge Romero, entre ellas dos entidades que estarán en competencia hasta el año 2028 y tres que lo estarán en el ‘27, además de Chihuahua, Querétaro y Aguascalientes.

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En este último caso, los dirigentes estatales del PAN en Sonora, Sinaloa y Nuevo León han expresado claramente que deberán buscar la alianza con el PRI, debido a que los alcaldes de las capitales aparecen ‘con buenos números’ para ser postulados como candidatos a los respectivos gobiernos.

Lo mismo han expresado los dirigentes panistas de las dos entidades gobernadas por priistas, llegados al poder merced a la alianza PAN-PRI, Coahuila y Durango, cuya elección se efectuará en 2028.

Y es que como se ha sostenido reiteradamente, el PAN obtiene un voto que se identifica preferentemente por el blanquiazul en las poblaciones urbanas, de ahí que candidatos emanados de esa alianza gobiernen en 14 de las capitales estatales y que, de manera natural, aparecen como los aspirantes más serios a disputarle a Morena las gubernaturas.

Así, que a las tres entidades en las que se presentarían como muy competidas, de manera natural, porque las gobiernan, Chihuahua, Aguascalientes y Querétaro, deberán sumárseles, también, Sonora, San Luis Potosí y Nuevo León, entidades, éstas últimas, en las que los dirigentes partidistas, tanto del PRI como del PAN, sostienen que postular a los alcaldes de las capitales los podría impulsar a disfrutar seriamente la gobernatura en ellas.

Y que para el 2028, deberá incluirse en esos apartados a Coahuila y Durango, en ésta última, en la que ratificaron, en las elecciones municipales del ’25, el triunfo al gobierno en las de un año atrás.

No la tiene fácil la dirigencia nacional panista.

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La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, fue de las primeras en definirse, incluso más allá que la dirigente estatal,  Daniela Alvarez, negó la supuesta ruptura con el PRI y enfatizó en que esa política es «un ajuste estratégico a nivel estatal».

«No es el fin de una alianza, estamos redefiniendo por estados, y partimos de ese posicionamiento que dio el presidente nacional del PAN».

En el mismo sentido se pronunciaron los dirigentes estatales  de Nuevo León y Durango, Policarpo Flores y Mario Salazar, respectivamente, y en San Luis Potosí el alcalde de la capital, el priista Enrique Galindo, se ha anotado para la candidatura a gobernador; se dice que es la apuesta, como en Nuevo León, de la alianza PRI-PAN en busca del Gobierno en 2027. (Nota de Elia Castillo, El País, 24/10/25).

A esas voces se ha sumado el alcalde capitalino, Marco Bonilla, el aventajado aspirante blanquiazul a la candidatura: «“En el tema del PRI, hay que corregir la plana, porque no hay ruptura… en Chihuahua, yo creo que el tema supera las rivalidades del pasado, los corajes; lo que se ha construido va más allá de disputas». (Ibídem).

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Y es que los números de las dos últimas elecciones (locales) le dan la razón a quienes pretenden continuar con la alianza, a menos que las encuestas demuestren que el voto de rechazo hacia el PRI los arrastra y que sean más los votos que pierden a los que ganan.

En 2024, en la votación estatal, el PRI obtuvo 156 mil votos (9.75% de la votación) y el PAN 424 mil (26.4%). Total, 580 mil votos.

A su vez, Morena alcanzó 616 mil votos (38.35%); los aliados de éste -PT y PVEM- juntos, obtuvieron 108 mil votos (6.72% de la votación), así que la 4T tuvo el 45% de la votación, por el 36% de la alianza PRI-PAN.

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En la elección municipal, en Juárez, Morena tuvo 354 mil votos, por 111 mil del PAN-PRI, una diferencia de 243 mil votos.

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En cambio, en Chihuahua, la ventaja fue al revés, Marco Bonilla alcanzó 248 mil votos, por 129 de Miguel La Torre, candidato de la 4T, una diferencia de 119.

Así, en los dos polos poblacionales con el mayor electorado la ventaja de la 4T fue contundente, 124 mil votos.

Con esa ventaja, numérica, llegarán los contendientes al 2027.

Y se enfatiza que es numérica porque para esos resultados contaron muchos factores, el más importante de los cuales es el que la elección fue concurrida con la presidencial en la que, permanentemente, el ganador de ella arrastra a sus candidatos y votaciones.

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Antes, en 2021, Maru Campos, sin alianza, obtuvo 576 mil votos (42.4%) por 444 mil (32.7%) de Juan Carlos Loera.

Graciela Ortiz, del PRI, aunque se sumó unos días antes a la candidatura de la panista, alcanzó 95 mil votos (7%).

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En las elecciones municipales de Juárez y Chihuahua, al sumar los votos de las dos, el PAN y la 4T salieron prácticamente iguales.

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Como en el caso de las elecciones presidenciales, debemos anotar que la elección a gobernador es la que arrastra los votos y frecuentemente quien obtiene ventaja en ella arrastra también la votación en muchos lugares y posiciones.

Así que la elección del ’27 se asemejará a la del ’21, irá acompañada de la elección de diputados federales y la de la mitad de los jueces federales, ambas sin el arrastre de la presidencial.

Se podría asentar, con mucho apego a la realidad, que el factor de lo ‘nacional’ influirá menos que en las elecciones precedentes, pero que la ‘marca’ de Morena sí será un factor muy potente.

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Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario