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Morena

Modelo de partido agotado 4 de febrero de 2024

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

Las manifestaciones ocurridas en Chihuahua, en los últimos días, de grupos del partido gubernamental -MORENA- no son únicas, igual se presentaron en numerosos lugares del país.

El signo común es la protesta por las designaciones de candidatos, fundamentalmente de los municipios, en las que los protestantes arguyen (y es un argumento generalizado) que las designaciones recaen en «puro prianista».

Incluso, van más allá, al plantear, si bien es cierto que es el menor número, que sus manifestaciones van más allá de la disputa por las candidaturas.

Todo porque la dirigencia nacional publicó las listas de los candidatos a 34 de las alcaldías chihuahuenses, logradas, así se informó, «por consenso» de los aspirantes.

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A juzgar por las diversas manifestaciones y declaraciones de varios de los involucrados, resulta que no fue así, por lo menos en algunos de los casos publicados por la prensa local.

El problema, para los inconformes, es que un asunto de origen de Morena, incluso desde más allá.

López Obrador, desde los años en que era el dirigente nacional del PRD, actuó, en todas las elecciones, con base en las encuestas que un grupo formado por él efectuaba y con sus resultados se decidían las candidaturas.

Así, en un primer momento, la designación de las candidaturas al gobierno de Zacatecas, Baja California Sur y Tlaxcala, culminadas en triunfos del perredismo, precedidas por el triunfo en la capital del país de Cuauhtémoc Cárdenas, hizo abrigar esperanzas de que finalmente la izquierda pudiera acceder al poder.

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Lo demás es historia reciente, hasta la fundación de Morena. En sus documentos básicos de plasmó como uno de los mecanismos de elección de candidatos el de la realización de encuestas ¡Y los sorteos!

En el fondo estaba el argumento -bien encubierto- de que era necesario hacer todo lo necesario para obtener los triunfos electorales. Entre ‘ese hacer de todo’ para ganar estaba, sin duda alguna, postular a los aspirantes que garantizaran, no sólo mejores resultados, sino triunfos en las elecciones.

López Obrador lo llevó al extremo, con tal de ganar la presidencia de la república, y desde las elecciones a jefe de gobierno (de manera encubierta) y luego abiertamente, buscó y obtuvo el apoyo de las corrientes del cristianismo participante en la actividad electoral, abiertamente de las corrientes más a la derecha en el país.

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Eso se repetiría en las elecciones del 2006, 2012 y 2018, en los que la alianza con el Partido Encuentro Social fue legal.

Lo efectuado por AMLO en 2018, y posteriormente en las elecciones federales de 2021 y todas las locales hasta la fecha, es una repetición de lo que ahora rechazan grupos del morenaje local: La entrada indiscriminada de antiguos militantes, dirigentes y candidatos del prianismo.

Por supuesto que tal fenómeno desdibujaría el perfil de Morena, y no solo por el programa efectuado por el ahora presidente, claramente dentro de la clasificación que diariamente se empeña en descalificar, «neoliberal», sino por el perfil de quienes llegaron a ocupar las posiciones del poder en todo el país.

Tal proceso se ha acelerado, además, por otro factor, claramente preocupante para los abnegados militantes, fundadores la mayoría, que es el hecho de que, con sus palabras, Morena es una especie de «estado de ánimo» pues no existe como estructura partidaria.

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A casi 6 años de gobernar el país, de que candidatos emergidos de sus siglas en 23 entidades son, hoy, los gobernadores y de haber alcanzado las mayorías legislativas, no sólo en el ámbito federal, sino en 20 entidades; no cuenta con la mayoría de los dirigentes estatales y mucho menos tiene comités municipales, ya no digamos en  los municipios más pequeños y más alejados de los centros poblacionales más importantes, sino ni, siquiera, en la mayoría de las capitales estatales en donde los morenistas ocupan las alcaldías.

Y al no haber estructuras municipales y/o estatales la dirigencia nacional hace cera y pabilo con toda la vida partidaria, ceñida casi estrictamente a la participación electoral.

Así, en muy poco tiempo, y sin efectuar lo que el PRI se empeñó en hacer a lo largo de décadas -los comités seccionales- Morena es, solamente, una franquicia electoral.

Con otros dos problemas, éstos aún mayores pues, primero, no tiene como argamasa la vida democrática, ni para elegir candidatos, ni para elegir dirigentes y, segundo, aún peor, depende de la voluntad de su dirigente, el presidente de la república, que ya se va a la vida privada.

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Ahora todo lo fincan en la «democracia» derivada de las encuestas. Están tan ensimismados que sus dirigentes nacionales y estatales repiten sin cesar, como eco multitudinario del presidente, que por medio de las encuestas «el pueblo vota y decide».

Y pase lo que pase en la elección presidencial, su candidata, a pesar de haber recibido la estafeta de López Obrador, deberán recordar que los liderazgos sociales y políticos no se heredan como si fuera la corona de los monarcas del absolutismo.

Es más, Claudia podrá ganar la presidencia de la república, pero no podrá ocupar el liderazgo de AMLO construido a lo largo de poco más de 3 décadas, podrá ser la presidenta, pero la construcción de su partido deberá ser sobre otras bases, no las que ahora le permiten a Morena competir y ganar electoralmente al amparo del liderazgo social del presidente; ido López Obrador, Morena solo será una franquicia electoral unida exclusivamente por las posiciones electorales y, si no hay acuerdos -por las encuestas-, lo natural será que las confrontaciones serán cotidianas y la eclosión, inmediata.

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¿Y si Claudia pierde?

¡Desastre total!

Paradójicamente quienes ahora protestan (los de izquierda, y no todos) por los resultados de los procesos designatorios son quienes podrían tener las recetas de la construcción del partido que necesitan, pero, para su desgracia, son minorías cada vez menores al interior de MORENA y su influencia disminuye aceleradamente con los días.

Lo que ahora ocurre en Morena-Chihuahua evidencia lo arriba relatado.

Brighite Granados, presidenta del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, aclaró que los consensos en los 34 candidatos y candidatas del partido en diferentes municipios, fue definida entre los aspirantes.

Ante esto aparecieron participantes del proceso quienes  argumentan que no es cierto, que a ellos no los consensuaron y aparecen actores que en el pasado reciente fueron los beneficiarios de este mecanismo -como el ahora ex delegado del Bienestar y candidato de la segunda fórmula al senado y que fuera candidato de Morena al gobierno de Chihuahua en 2021- Juan Carlos Loera, quien afirmó que la lista de 34 candidatos a alcaldes es «… muy lamentable que la dirigencia estatal de Morena le esté vendiendo espejitos a la Comisión Nacional de Elecciones de nuestro partido, con supuestos acuerdos que nada más ellos saben de dónde salieron».

Y dio su versión del porqué los dirigentes dictaminaron candidatos, manipulando «la equidad de género en detrimento de compañeras y compañeros que legítimamente buscan abanderarnos en diversos municipios».

La respuesta del líder parlamentario de los diputados locales, Cuauhtémoc Estrada es de antología: «Todos deberíamos estar contentos; ese consenso es un avance… lo que yo sé es que en 34 municipios del estado, todos los que aspiraban, llegaron a un acuerdo, a un consenso». (Nota de Entre Líneas / Chihuahua, Chih., 31/1/24).

Rascándole un poco aparecen más respuestas, que ilustran las muy variadas facetas de las confrontaciones morenistas: Juan Chávez de la Rocha, de los fundadores de Morena, aspirante a la candidatura de Guadalupe y Clavo, cuestionó seriamente a la dirigencia y aportó otra veta del enfrentamiento: «Yo les pregunto a los dirigentes de Morena, si quieren que sean competitivas las mujeres, es el argumento que traemos de Guadalupe y Calvo; que va más allá de un simple proceso electoral: Que si no soy yo el candidato, de acuerdo a la equidad que se pregona, designar género femenino en Juárez».

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Pero no fue el único, la presidenta del Congreso del Estado, y diputada de Morena -expulsada del grupo parlamentario-, la ex priista Adriana Terrazas, afirmó que «Si hay consenso, habría qué preguntarles con quién consensuaron».

Pero los de una de las corrientes de izquierda, «Los de abajo», afirmaron que la dirigencia de Morena le otorga las candidaturas a «chapulines y mafiosos», entre los que mencionaron fue al expanista Miguel La Torre y el ex priista, Marco Adán Quezada (aunque el ex alcalde ya había competido con las siglas de Morena en 2021). (Nota de César Lozano, El Diario, 1/2/24).

Ante las protestas de dos grupos de militantes -‘Los de Abajo’ y ‘División del Norte’-, el dirigente nacional, Mario Delgado, los recibió. Le pidieron la destitución de la presidenta estatal y del delegado de Claudia Sheinbaum, Carlos Castillo.

Las declaraciones y las protestas efectuadas evidencia, por otra parte, la confrontación entre el alcalde juarense, Cruz Pérez Cuéllar, y el ex delegado del Bienestar, Loera de la Rosa.

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¿Tendrán remedio?

Las paradojas.

¿Se acuerdan del delegado del Comité Nacional de Morena, en el proceso del 2021, enviado para procesar las encuestas que arrojaron la designación de Loera de la Rosa?

Víctor Quintana y Cruz Pérez Cuéllar protestaron ante el delegado, José Ramón Enríquez, por las parcialidades efectuadas. 

Un año después, luego de no ser ungido por Morena como su candidato al gobierno de Durango, Enríquez protestó ¡Contra el mecanismo de designación! Las encuestas!!!

Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023

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Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario